JUAN DE ISASA Y GONZALEZ DE UBIETA,
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19,95 €Miryam ten¡a la dulzura de la sencillez, la risa de la ternura y el corazón de la bondad. Miraba con la claridad del mediod¡a. Era cercan¡a y amistad para todos. Nadie notaba nada. Solo se sent¡a. Su presencia despertaba el leve temblor que produce el cariño. La fuente se alborozaba en agua cuando ella llenaba el cántaro al amanecer. La masa en sus manos esponjaba el trigo que luego ser¡a pan. La rueca giraba canciones en sus dedos. Escuchaba las historias de los sabios del pueblo. Rezaba al Señor con las viejas palabras de Israel soñando promesas por cumplir : "Saldrá un renuevo del tronco de Jesé y sobre él se posará el Esp¡ritu del Señor". Ella sigue presente como Madre y como amiga. Sobre todo porque es bendita por haber cre¡do. Está siempre junto al Hijo al que dio a luz en la gruta y nos entregó en el monte de la Calavera. Después de tantos años sigue siendo la doncella nazarena que una vez, al alba, dijo s¡ a la voz de Dios, que le pidió ser madre del Señor. Ella era y es ahora y será siempre eso: la Madre, Miryam de Nazaret.