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26,60 €Todos los con' ictos bélicos, aunque quede oculto por el brillo
de las «heroicas» batallas, se producen por causas económicas.
La Segunda Guerra Mundial no es una excepción. No las hay.
Durante los años 20 del pasado siglo, la prosperidad habÃa
favorecido un aumento demográ" co. La crisis del 29 hacÃa muy
difÃcil mantener a toda esa población, lo que propició tanto en
Alemania como en Japón, amparados en su superioridad
industrial, que se difundieran ideologÃas de tipo nacionalista que
justi" caban la supremacÃa racial de unos paÃses sobre otros de su
entorno, para poder sobrevivir. Hasta ahÃ, el planteamiento no
era distinto del que se habÃa hecho la humanidad durante veinte
siglos. Las diferencias aparecieron cuando el Nacionalsocialismo
optó por el crimen para poderlo llevar a cabo. Y no porque sus
dirigentes tuvieran mentes preclaras destinadas a gobernar el
mundo, todo lo contrario. Porque eran tan simples, que lo único
que se les ocurrió para quedarse con todo lo robado fue matar a
sus dueños.
Aseguramos una visión diferente a la guerra, hagámoslo desde el
principio: los aliados no derrotaron a los ejércitos del Reich
gracias a los estadounidenses que desembarcaron en NormandÃa
como salvadores del mundo -aunque nos hayan convencido de
ello machaconamente durante la posguerra-, sino gracias al
esfuerzo sobrehumano de la Unión Soviética. La auténtica
vencedora.