Conviven en Un bosque dentro tres voces que bien podrían ser una, tres personajes que tienen un mismo hilo conductor: Lis. O, mejor dicho, la desaparición de Lis. Esas tres voces narrativas se alternan a lo largo del relato y van tejiendo una trama compleja, poliédrica, donde la ficción que se confunde con la realidad, las ensoñaciones y las reflexiones de cada uno de ellos conforman un universo extraño y evocador al mismo tiempo. Es, tal vez, Alejandra, el personaje que sobresale del resto. A esta mujer que descubre ser portadora de una enfermedad terrible un suceso sísmico para ella, alejada ya de la vida, se le une una circunstancia imprevista, que no es otra, que la desaparición de su hermana Lis. Ese hecho discurre de forma subterránea durante toda la narración. Su desvelo es encontrarla, lo mismo que le sucede a Toni. César, otro de los personajes clave, se encuentra con Alejandra en la penumbra de una sala de cine, antes de que esta tuviese la intención de quitarse la vida. A partir de ahí, César le fascina esa mujer capaz de inventarse una vida falsa. De alguna manera, Alejandra, César y Toni, sin saberlo coinciden en el espacio y en el tiempo. Un espacio y un tiempo que se expande o se contrae, de la misma forma que el universo que los envuelve, y que retrocede para volver a un punto concreto.
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