Bolsa de monedas se inspira en la obra del gran pintor Joaquín Sorolla, perteneciente a su época de realismo social, Trata de blancas (1895). En un angosto y viejo vagón de tren como marco espacial, describe a cuatro jóvenes, casi niñas, con restos de colorete en sus caras y ropas pobres, pero vistosas, que, arrebujadas en sus mantones y apoyadas unas en otras, duermen, mientras los aviesos ojos de una adusta anciana las vigilan.A partir de esta imagen, la autora ha plasmado con admirable acierto el sórdido mundo que se esconde detrás, sirviéndose para ello de la voz de una de esas niñas, Daniela. Mientras se desplazan de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, en un largo periplo, cuyo final de momento desconocen, desgrana las diferentes circunstancias que, tanto a ella como a sus compañeras, les han llevado hasta allí, sus rutinas de cada día, las dolorosas sumisiones a las que se ven obligadas, los conatos de rebeldía y el modo cruel y ejemplarizante en que la alcahueta los sofoca. En resumen, la autora ha puesto palabras a lo que el pintor, con maestría admirable, quiso sugerir.Cronológicamente, la novela discurre en el siglo XIX y en su condición de historiadora, Paula Alfonso encara con prosa ágil y atrayente la descripción de escenarios y comportamientos sociales propios de aquella época. No obstante, tal marco temporal es tan solo un recurso de la narración, ya que la triste realidad de la trata de blancas no requiere de acotamiento específico alguno, es atemporal y amparada por la doble moral ha llegado hasta nuestros días.
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